Cenotillo: el municipio de los 138 cenotes
Publicado el 24 julio, 2011
La Cabecera municipal, con el mismo nombre, se encuentra a 150kms de la ciudad de Mérida. Siguiendo la misma carretera que va a Izamal.
Hasta este punto ya habíamos visitado los cenotes más famosos y los más explotados. Aunque sin duda todos son hermosos teníamos ganas de explorar los cenotes salvajes, los escondidos, a los que sólo los locales van. Entonces encontramos Cenotillo con cenotes esperándonos para ser descubiertos.
Estábamos en Izamal, un pueblo lindo, al sur de Mérida. Tomamos un camión de una hora y nos salimos de la ruta turística. Nos bajamos justo en la plaza central de Cenotillo, todo estaba solo, parecía un pueblo fantasma. De vez en cuando pasaba una que otra alma que se volvía a perder entre el sol del medio día. Fuimos a la estación de policías a preguntar sobre alguien que nos pudiera llevar a conocer la zona. Los policías se ofrecieron como guías, así que con una escolta de 3 guardianes, arriba de una camioneta patrulla fuimos a un cenote semiabierto a 3 kilómetros del pueblo. Primero fuimos por carretera, después caminamos como 10 minutitos entre la selva y llegamos.
Al ser un cenote semiabierto tenía un hoyo de un metro de diámetro para entrar y bajaba por una caverna hasta descubrir el agua azul turquesa que posaba sus mejores colores. Arriba del agua estaba la boca de tierra que dejaba a las plantas y árboles asomarse hacia nosotros. Estábamos como a 10 metros bajo el nivel de la tierra aproximadamente. Nosotros íbamos con todas las intenciones de nadar, pero teníamos a los 3 policías viéndonos. Platicamos un rato con ellos y les comunicamos nuestra intención de quedarnos por un rato más. Nos dieron las indicaciones para regresar caminando y se fueron. En otras circunstancias hubiera dudado de las intenciones de la policía en México, pero hay veces que tienes que poner plena confianza en la vida y siempre pensar que lo mejor va a venir. Cuando uno está viajando se encuentra en muchas situaciones fuera de su contexto y no queda más que fluir con la energía del lugar y disfrutar lo más que se pueda.
Después de un rato de nadar, comer nuestras tortas y tener un cenote privado para nosotros, emprendimos nuestra caminata de regreso. Cruzamos el pueblo de punta a punta, comprendimos un poquito la forma de vivir de la gente en estos climas tan cálidos y pasamos por la iglesia donde hay un cenote en la parte trasera. En este caso no te puedes meter, es sólo parte del paisaje.
Más tarde preguntando por más cenotes un señor se ofreció a llevarnos en su camioneta a otro a las orillas del pueblo. Este fue el más grande de los tres. Completamente salvaje, estaba escondido entre los árboles y totalmente abierto al cielo. Tenía una profundidad de 20 metros y un diámetro de 60 metros aproximadamente. El acceso era bastante difícil, la bajada era por las piedras y no íbamos preparados. Así que regresamos al centro.
De pronto comenzó a llover, nos resguardamos en el kiosco de la plaza, en lo que llegaba nuestro camión. Mientras tanto tratamos de entender la dinámica del lugar y llegamos a la concusión de que la calma se debía al intenso sol, pues las actividades las realizan o muy temprano o cuando el sol comienza a esconderse.
Cenotillo está lleno de lugares puros y vírgenes. Recuerda que los cenotes son lugares sagrados, que se pueden tornar oscuros si no se les respeta, tampoco es fácil encontrarlos, sobre todo si son cerrados o semiabiertos. Suelen esconderse entre las hojas, árboles y piedras de la selva. Así que no te aventures en la selva solo, pregunta a los locales o mejor aún, invita a uno a compartir el día contigo, esa será la mejor forma de conocer el lugar.
Hospedaje no vimos ninguno en el pueblo, pero seguramente puedes rentar algún cuartito o preguntar por alguna zona segura para acampar.
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