La feria del maíz en San Juan Ixtenco
Publicado el 21 julio, 2011
Cada año, el 24 de junio, se celebra la feria del maíz en el pueblo de San Juan Ixtenco, Tlaxcala. Esta zona de origen otomí es reconocida por tener una gran cantidad de variedades de maíz criollo, que desde hace siglos sus habitantes se han ocupado de conservar y mejorar sus características. Se dice que en el área hay decenas de variedades de maíz diferente que incluye blanco, rojo, amarillo, azul, verde y negro.
Trabajando en el Proyecto San Isidro (www.proyectosanisidro.com.mx), en Tlaxco, Tlaxcala me enteré de la fiesta del maíz y sin dudarlo me lancé hacia allá. Tomé un autobús hasta Apizaco, de allí uno a Huamantla y luego una combi a San Juan Ixtenco.
La celebración
Llegué como las 4 de la tarde del 24 de junio. Aunque el día de San Juan Bautista es el 4 de junio, las celebraciones comienzan desde la noche del 23 con la reparación y decoración del lugar. De inmediato me llamó la atención la ecoración del pueblo. En varias partes de la plaza y en la explanada de la glesia, había tapetes en el suelo que formaban figuras hechos completamente con granos de maíz y flores de diferentes colores. Algunos también utilizaban frijoles de distintos colores. También había murales en algunas paredes con la misma técnica. Platicando con una señora me dijo que a unas pocas cuadras, el mayordomo (cargo que un miembro de la comunidad adquiere ad honorem y que le da la tarea de organizar y financiar las fiestas del pueblo) ofrecía una comida gratuitamente. Caminé por las calles decoradas con banderines de colores hasta llegar a unas hileras de mesas donde unas cincuenta personas comían y tomaban al ritmo de una banda norteña. Al instante se acercó un hombre a saludar y me invitó a sentarme a comer. Me sirvieron la comida y me invitaron una cerveza. Platiqué un largo rato con una familia sentada a mi lado y con un clásico borrachín que me ofreció pulque (bebida fermentada del aguamiel del maguey, muy tradicional en la zona). Acepté gustoso y al rato estábamos cantando las canciones que tocaba la banda como si nos conociéramos de toda la vida.
Se acercaba el atardecer y regresé a la plaza. Como la mayoría de las fiestas en los pueblos de México, se combina la parte católica y la fiesta. Luego de la misa, la feria alrededor de la plaza comenzó a cobrar vida. Puestitos de dulces típicos, quesadillas, bebidas alcohólicas y pan de fiesta comenzaban a ofrecer sus productos a cientos de personas que daban la vuelta a la plaza. También había juegos mecánicos para niños y juegos de kermés. Unos muñecos de personas preparando ollas de mole con cerdo adornaban la plaza. Di varias vueltas, comí un flan napolitano, compré un pan de fiesta y partí de regreso para tomar el último autobús hacia Tlaxco.
Lamentablemente no pude quedarme hasta la parte más festiva ni ver el castillo de fuegos artificiales que se estaba armando.
La importancia del maíz criollo
Es de vital importancia el trabajo de conservación de esta gran diversidad y mejor aún que esta tarea se realiza sembrando año a año. Es que mucho se habla de los grandes bancos de semillas a muchos grados bajo cero, pero la realidad es que ningún campesino tiene acceso a este material genético. En el otro extremo, los campesinos mantienen vivas, activas y disponibles estas variedades de semillas adaptadas a las condiciones específicas de cada clima, suelo y necesidad. Esta tarea adquiere mayor relevancia en los últimos años con la aparición del maíz
transgénico que amenaza con hacer desaparecer cualquier otra variedad. El maíz transgénico es aquel que fue modificado genéticamente en laboratorio para agregarle un gen de un herbicida llamado Glifosato (también se comercializa con el nombre de Faena o Round Up). El objetivo es poder echarle litros de este veneno al cultivo, eliminando toda maleza fácilmente. La planta de maíz transgénico no se ve afectada por el herbicida por tener un gen de éste, algo así como una vacuna. Esta forma de cultivo facilita el trabajo y disminuye los costos de mano de obra pero trae consigo el envenenamiento de los mantos acuíferos, el agotamiento de los suelos, el padecimiento de muchas enfermedades
por parte de los trabajadores y la gente que vive en los pueblos de alrededor de los campos. Por ser algo relativamente nuevo, aún no hay estudios suficientes para comprobar que no haga mal a las personas que ingieren el maíz, pero se me hace raro pensar en la inocuidad de comer genes de veneno. Además, la semilla transgénica, no puede guardarse de una cosecha a otra para resembrar, por lo que obliga al campesino a comprar cada año la semilla, volviéndolo plenamente dependiente de este sistema. Cabe destacar, que es la misma empresa la que vende las semillas transgénicas, el veneno, la maquinaria industrial, los fertilizantes químicos y por si fuera poco, los medicamentos para
tratar algunas de las enfermedades que el mismo veneno produce. Como sabemos, nuestro maíz puede polinizarse fácilmente con el del vecino produciendo un cruce de variedades. Si esto sucede con un maíz transgénico, todo el trabajo de años de selección natural va la basura. Si quieres saber un poco más sobre este preocupante tema te invitamos a ver un documental mexicano que explica muy bien esta problemática. (Ver documental “Vamos al Grano: cuidado con el maíz transgénico”)
Algunos Datos
Web oficial de San Juan Ixtenco
http://www.ixtenco.gob.mx/fiestas_ixt.html
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